Gabriela Lena Frank: Identidad compuesta

Gabriela Lena Frank: Identidad compuesta

La musica de Gabriela Lena Frank es una musica mestiza.

Written By

Frank J. Oteri

Frank J. Oteri is an ASCAP-award winning composer and music journalist. Among his compositions are Already Yesterday or Still Tomorrow for orchestra, the "performance oratorio" MACHUNAS, the 1/4-tone sax quartet Fair and Balanced?, and the 1/6-tone rock band suite Imagined Overtures. His compositions are represented by Black Tea Music. Oteri is the Vice President of the International Society for Contemporary Music (ISCM) and is Composer Advocate at New Music USA where he has been the Editor of its web magazine, NewMusicBox.org, since its founding in 1999.

Frank J. Oteri: Una de las cosas que no tocamos del todo en términos de la formulación de identidad musical es cómo interactúas con el mundo que trasciende diferencias culturales. Creciste con perdida del oído. ¿Cómo te ha afectado eso como compositora, y cómo trabajas con otros músicos?

Gabriela Lena Frank: Creo que me hizo sentirme desde el mero principio que yo era diferente. Existe en mi definitivamente un gen musical flotando en la familia. Tenemos oído absoluto, así que en cierta forma puedo oír muy bien. Tenemos buena memoria. Así que, estos conciertos a los que asistí como niña, yo saldría habiendo memorizado todas las canciones con solo escucharlas una sola vez. Se quedaron conmigo, y yo podía replicarlas en el piano. Todos somos pianistas, con dedos rápidos. Podemos improvisar muy, muy bien, podemos replicar estilos muy rápidamente. Así que no tuvo nada que ver con pérdida de oído. La pérdida fue de volumen.

Desde el principio, siempre sentí que yo era de una clase desaventajada, y que estaba bien para mi el ser única y diferente en esa manera. No necesitaba ser cortez al observar las reglas, y creo que esa filosofía me llevó a el aprendizaje de mis tendencias multiculturales que he tomado con mi música también. Así que, aunque no lo crea, mis padres no sabían que yo necesitaba prótesis para los oídos durante los primeros años de mi vida. Yo no podía oír las voces de las personas bien. Vocalizaba pero no con palabras reales, y mis papás se empezaron a preocupar. Se preguntaron si había algo malo. Ellos pensaron que quizás era pérdida del oído, y no era rutinario en la primera parte de los 70’s el examinar los recién nacidos por visión y oído. Además yo parecía una niña feliz. Imitaba a otros niños, y jugaba bien [con ellos]. Ya estaba tocando el piano. Mis primeras lecciones con mi maestra de Sudáfrica fueron sin prótesis de oído. Ella tocaba algo, y yo la imitaba. Yo no oía el piano. Yo sentía las vibraciones por medio del instrumento. Es posible que yo recibí mi oído absoluto de esa manera durante el período formativo del cerebro. Los niños pequeños aprenden lenguajes y otras cosas muy rápido.

Ellos (mis padres) se dieron cuenta que necesitaba prótesis de oído, cuando me pusieron en una clase regular de kindergarden. Mi maestra trabajaba con niños sordos. Ella era una mujer holandesa, muy bajita, y ella tenía un piano en el aula. Yo era muy mandona, y yo tomaba a los otros niño, los sentaba, y les daba algo que hacer. Luego yo improvisaba, y empujaba sus manos un poco más alto si quería, otras un poquito abajo. Ella vio como yo usaba mis ojos todo el tiempo; yo siempre miraba otra gente. Me sentaba muy cerca (no era tímida para eso) para escuchar lo que ella estaba enseñando. Y ella le dijo a mis papás: —pienso que ustedes deberían llevarla a examinarse el oído.— Y así lo hicieron.

Recuerdo la primera vez que tuve prótesis de oído. Recuerdo que no me gustó el ambiente que oí. Nadie estaba diciendo nada cuando me los pusieron. Fue como si de repente el aire empezó a vivir. Recuerdo el poder escuchar mi respiración. Recuerdo escuchar el cinturón de seguridad hacer click en el auto. Era un crik-crik, y yo me balanceaba atrás y adelante haciendo un poco de ritmo. Fue otra marca de ritmo para mi. Fuimos a un restaurante de comida rápida, creo que McDonald’s, y estaba desorientada por la dirección del sonido. Recuerdo escuchar pájaros cantar, y era música. Recuerdo ir al piano, y sorprenderme de lo tridimensional que todo era en lugar de bidimensional. Fue increíble. Fue realmente extraordinario.

Incluso ahora, me gusta componer y practicar sin mis prótesis. Lo hago de las dos formas. Ambos estimulan diferentes ideas, sabes, con diferentes relaciones sensoriales en mi música.

FJO: Bien, me pregunto si teniendo un impedimento auditivo te hizo más sensitiva hacia personas con incapacidades en general. ¿Estas consciente de eso?

GLF: Sí, pienso que sí. Existe un segmento de la comunidad sorda me que me consideraría como una persona de piel clara tratando de pasar. Usted sabe, ellos sienten con pasión su identidad como sordos con S mayúscula. Estudios de sordos han apropiado mucho de estudios de mujeres y estudios de afro-americanos, en términos de mirar a la hisoria de su gente. Es muy interesante. Pero esa no ha sido mi experiencia, no me identifico con ella. Mi pérdida auditiva es tan personal que no es algo que necesariamente yo quiera politizar.

FJO: Otra cosa que has identificado como molde de tu cultura musical son los viajes. Sé que ya hablamos de tus viajes al Perú, pero creo que la influencia de viajar va más allá. Hemos hablado en el pasado sobre tu estancia en Roma. Y viniste conmigo a Nueva Zelanda para la conferencia de la Asociación Internacional de Centros de Información de Música donde tu música fue interpretada. La co-existencia entre tradiciones Maori e inglesas en Nueva Zelanda contemporánea es un paralelo interesante a la convergencia de tradiciones españolas e inca en la cultura peruana.

GLF: En preparación, recuerdo leer sobre la historia de Nueva Zelanda y los Maoris, y yo estaba haciendo comparaciones con lo que sabía de Perú y Latinoamérica. Un gran contraste es que no hay mucha mezcla de culturas en Nueva Zelanda. Y pienso los dos vimos eso. Puedes verlos alrededor, pero yo no vi mucha gente biracial, multiracial. En Perú, todos son mestizos. Usted puede ver algunas comunidades indígenas puras, pero los españoles se mezclaron con los indígenas así que ves muy pocos españoles de sangre pura. Y creo que esto conduce como resultado a una experiencia de viaje diferente.

Creo que viajar es importante, especialmente para compositores. Somos cuenta-cuentos. Unimos muchas cosas diferentes, y las codificamos en la música para poder dar nuestras impresiones del mundo. Nos vamos a poner anémicos, realmente aburridos, y no vamos a ser de mucha ayuda si nos aferramos a las mismas historias—si no tenemos muchas experiencias de donde sacar [material]. Viajar cambió mi mundo. Realmente lo hizo. Empecé cuando era estudiante de posgrado. Fue difícil para mi. Fue necesario para mi siendo una mocosa catedrática ver como la música puede crecer fuera de la universidad. Mi papá es un catedrático de Mark Twain en Berkeley, así que crecí muy a gusto en el mundo acadé mico, y entendí sus políticas.

Me fascinaba ver gente aprendiendo cosas. ¿Pero, como esta sabiduría beneficia a los otros? ¿Cómo le ayuda esto a la gente en general? ¿Qué tan útil es la música cultivada en la cátedra para el mundo exterior? Creo que mis tendencias multiculturales me ayudan a contectarme con el mundo. Y viajar ayuda con eso.

FJO: Me emocionó mucho ver allí grupos que ahora están programando tu música en Nueva Zelanda. El cuarteto Brentano inclusive tomó una de tus piezas en su gira ésta temporada.

GLF: Ellos la estrenaron en Nueva Zelanda en Noviembre, pero la escuché ayer por primera vez cuando la tocaron en Filadelfía. Aún siento la emoción. Es la primera pieza en toda mi vida que asustó “el Jesús” en mí cuando la escuché. Me sorprendí de como sonó. fue una nueva dirección. Es una pieza muy muscular, disonante, pedregosa, muy detallada, compacta, menos accesible. Trabajé en ella el verano pasado, y me acuerdo diciéndome, —Dios, ¿ésta soy yo?— Fue la primera vez en que tuve la experiencia que dicen los escultores que tienen cuando dicen que están liberando una estatua de la roca. Sí, se que estaba escribiendo todas las notas, muy íntimamente, pero [el resultado] fue muy diferente de lo que esperaba. Los Brentanos son increíbles. Ellos pudieron entregar un nuevo sonido, este nuevo estilo, con gusto e impacto. También fue interesante para mi que mi familia estaba allí, y siempre me pongo a pensar de como van ellos a percibir mi música, con todo lo que saben o no saben sobre música clásica.

FJO: Me pregunto qué papel tus viajes han jugado en la promoción de tu música. Viajando por todas partes es una manera importante de establecerse en diversas comunidades, y proyectar su música allí. Es tan difícil para un compositor de otro país romper esa barrera de ser conocido dentro del país natal a tener una carrera internacional.

GLF: He tenido mucha suerte, porque para ser perfectamente sincera, no he puesto demasiado esfuerzo en proyectar mi material. Primero que todo, tengo un editor que ha puesto mucha energía en este trabajo. Segundo, a mis amigos artistas, con quienes trabajé como pianista en la universidad, les está yendo muy bien, y ellos viajan llevando consigo mi música.

Me acabo de enterar, que alguien, un pianista con quien estudié y su marido, tocaron en Japón una pieza medio jazz para piano y chelo que escribí cuando aun era joven. Pero tienes toda la razón que es difícil romper [el sistema], inclusive en tu propia ciudad, estado, mucho menos fuera de tu propio país. Estoy de acuerdo. Pero de nuevo, yo no puse mucho tiempo en ello.